DESCRIPCIÓN: El pabellón Nest We Grow nace como resultado del “LIXIL International University Architectural Competition”, convocado anualmente por LIXIL JS Foundation en Japón, y fue diseñado por un equipo de estudiantes del College of Environmental Design Berkeley, bajo la dirección de Kengo Kuma. Se emplaza en un entorno rural de la isla de Hokkaido y se inspira en el modelo de la kominka, las casas tradicionales agrícolas japonesas, reinterpretando su forma y función para dar lugar a un espacio de encuentro en torno a la cultura alimentaria.
El proyecto está organizado verticalmente como un “nido” o esqueleto de madera que crece en altura, y que permite desarrollar en su interior una secuencia de actividades relacionadas con la comida: cultivo, almacenamiento, preparación y consumo. El volumen rectangular está revestido por una estructura de bastidores de madera de cedro local que articula plataformas a distintas alturas, donde se almacenan y exhiben productos agrícolas (especialmente calabazas y vegetales locales) en redes colgantes.
En la base del pabellón se encuentra una cocina abierta y una mesa comunal que invita al encuentro y al diálogo. Las plataformas superiores funcionan como zonas de secado, exposición y mirador, y refuerzan la conexión del edificio con el paisaje agrícola de su entorno. Un tejado translúcido de policarbonato permite el paso de la luz natural, fomentando el crecimiento de plantas y vegetales dentro del pabellón.
ANÁLISIS: Nest We Grow destaca por su capacidad de reunir, en una estructura mínima y modular, una narrativa completa en torno al ciclo alimentario y su dimensión social. El pabellón no solo es un objeto arquitectónico experimental, sino también una herramienta pedagógica que encarna valores de sostenibilidad, comunidad y tradición. La elección de materiales locales, como el cedro japonés, junto a técnicas constructivas simples, permite su montaje, mantenimiento y reproducción con facilidad.
Uno de los aciertos principales del proyecto radica en su integración con el paisaje y en la reinterpretación del kominka no como nostalgia, sino como un soporte contemporáneo para prácticas agrícolas y sociales. El hecho de que el pabellón sirva simultáneamente como invernadero, almacén y espacio de encuentro refuerza su valor híbrido y su vocación comunitaria. La dimensión vertical, poco habitual en construcciones agrícolas, introduce una poética de lo liviano y lo permeable, que permite una experiencia arquitectónica rica y envolvente.
A pesar de su carácter efímero y experimental, el proyecto plantea interrogantes relevantes sobre la escala, la domesticidad y la relación entre arquitectura y comida.
BIBLIOGRAFÍA:
Kengo KUMA, Small Architecture/Natural Architecture (Londres: AA Publications, 2015).
Francisco Arriaga, “Del aserradero al laminado. Nuevos desarrollos y aplicaciones. Cuatro casos”, Arquitectura Viva, n.º 174 (2015), pp. 61-79.