DESCRIPCIÓN: Situado sobre la meseta elíptica de un antiguo cráter volcánico, el Mesón de la Montaña, proyectado por Manuel de la Peña, se concibe como una estructura liviana y abierta, capaz de integrarse en el paisaje y potenciar su contemplación. El edificio se organiza a partir de una retícula estructural de 4x4 metros, compuesta por vigas de hormigón blanco sustentadas por delgados pilares metálicos negros formados por perfiles angulares. Esta estructura se extiende como un tapiz sobre la cima del volcán, generando espacios diversos: patios, zonas cerradas y pérgolas. Los cerramientos, mayoritariamente acristalados, permiten vistas panorámicas hacia el valle de las plataneras, el océano y las montañas del norte de Gran Canaria. El suelo de terrazo, elevado sobre el terreno volcánico y sombreado por la estructura, refuerza el efecto de flotación. La composición evidencia la influencia de Mies van der Rohe, por un lado, y del pensamiento del Team X por otro con su énfasis en estructuras abiertas, no jerárquicas y flexibles. La obra dialoga con el territorio desde una lógica de respeto visual y material, y constituye un ejemplo notable de la arquitectura experimental y estructuralista desarrollada en Canarias durante los años sesenta.
ANÁLISIS: El Mesón de la Montaña de Arucas sintetiza una visión arquitectónica que busca fundirse con el paisaje y ofrecer al visitante una experiencia sensorial del territorio. La retícula estructural —ligera y elevada— actúa como una gran pérgola tectónica que establece un vínculo entre cielo y tierra, entre lo construido y lo natural. La transparencia del cerramiento, el uso de materiales contrastados (vigas blancas, pilares negros, vidrio continuo) y la disposición libre de los espacios refuerzan una sensación de levedad que contrasta con la fuerza telúrica del lugar. La arquitectura se convierte aquí en una herramienta para mirar, contemplar y habitar el paisaje insular. No obstante, el edificio ha enfrentado dificultades en su uso y mantenimiento, derivadas tanto de su localización aislada como de los cambios en el entorno agrícola y urbano de Arucas. A pesar de ello, su rehabilitación reciente como restaurante vuelve a activar su potencial como espacio de sociabilidad ligado a lo gastronómico, y permite recuperar una obra maestra del racionalismo canario, donde estructura y forma se hacen inseparables.