AUTOR/A: Antonio Tenreiro Rodríguez, Santiago Rey Pedreira
AÑO: 1932-1938
CATEGORÍA: Calle
LOCALIZACIÓN: La Coruña (España)
DESCRIPCIÓN: El mercado de San Agustín, proyectado por los arquitectos municipales Santiago Rey Pedreira y Antonio Tenreiro Rodríguez, constituye uno de los ejemplos más audaces e innovadores de la arquitectura moderna en Galicia durante los años treinta. Inspirado directamente en el mercado central de Reims, obra de Maigrot y Freyssinet (1927), este edificio traduce los avances técnicos europeos al contexto local, con una cubierta de hormigón armado en forma de lámina parabólica de 24,5 metros de luz. La estructura fue calculada por el ingeniero Rodolfo Lama, y debido a las limitaciones constructivas del momento, se ejecutó con un espesor de 15 cm, el doble del modelo francés.
La cubierta se apoya sobre bóvedas transversales que otorgan estabilidad lateral y ritman espacialmente la nave. Bandas de vidrio se integran en la superficie estructural para introducir luz cenital natural, reforzando la atmósfera diáfana del espacio. La solución formal, estructural y funcional sigue fielmente los principios del racionalismo moderno, articulando un recinto claro, funcional, sin adornos, y absolutamente coherente con su uso público.
El edificio se erige como testimonio de la voluntad modernizadora de la Segunda República y del temprano vínculo entre la arquitectura gallega y las vanguardias europeas. De hecho, la relación personal de Tenreiro con el arquitecto Maigrot (ambos miembros honorarios de la Asociación de Arquitectos de Lieja) explica el estrecho paralelismo entre ambas obras. El mercado de San Agustín no solo respondió con solvencia técnica a su programa funcional, sino que lo hizo con una valentía formal que lo situó entre los hitos arquitectónicos de la modernidad española.
ANÁLISIS: El Mercado de San Agustín representa una de las cumbres de la modernidad arquitectónica gallega y española en el periodo de entreguerras. Su diseño articula una respuesta estructural avanzada, con el empleo pionero de láminas parabólicas de hormigón armado, una solución que entonces se asociaba a la arquitectura de vanguardia en países como Francia o Alemania. La audacia técnica, la claridad formal y la economía de medios lo convierten en un caso paradigmático de arquitectura racionalista aplicada a la infraestructura pública.
El edificio logra una espacialidad generosa, diáfana y bien iluminada, cualidades que favorecen el funcionamiento del mercado y refuerzan su papel como espacio colectivo. Su inserción urbana, en pleno centro de A Coruña, y su carácter simbólico lo consagraron como emblema cívico.
No obstante, intervenciones posteriores poco respetuosas con el diseño original —como la cubrición de los puestos centrales y los cerramientos laterales— han empañado parcialmente su expresividad arquitectónica. Estas acciones subrayan la importancia de conservar no solo la materialidad, sino también la lógica espacial de las obras modernas.
Reconocido por su valor patrimonial, el mercado forma parte del registro DOCOMOMO, junto con otras dos obras coruñesas, lo que refuerza su carácter icónico y su necesidad de preservación integral.