DESCRIPCIÓN: Fue el corazón del pabellón del Reino Unido en la Expo Universal de Shanghái 2010, cuyo lema general fue “Mejor ciudad, mejor vida”. Diseñada por Heatherwick Studio, la estructura adoptó la forma de un cubo compacto de 20 metros de altura, atravesado por 60.000 varillas acrílicas de 7,5 metros, cada una conteniendo en su extremo una o más semillas procedentes del Millennium Seed Bank de Kew Gardens y del Instituto de Botánica de Kunming. Esta piel translúcida permitía que la luz natural penetrara durante el día e irradiaba suavemente desde el interior por la noche, gracias a sistemas de iluminación integrados. El movimiento del viento sobre las varillas añadía una dimensión cinética al edificio, haciendo del pabellón una experiencia sensorial.
El interior, silencioso y oscuro, amplificaba la sensación de recogimiento, con las semillas brillando como una constelación suspendida. El entorno del pabellón estaba tratado como un paisaje artificial, con superficies inclinadas y zonas verdes que invitaban al descanso. Junto con instalaciones interactivas sobre sostenibilidad urbana, el conjunto proponía un vínculo poético entre ciudad, naturaleza y alimentación futura. La estructura fue construida con materiales en su mayoría locales y concebida para su desmontaje y redistribución educativa tras la Expo.
ANÁLISIS: Seed Cathedral representa una rara confluencia entre escultura, arquitectura efímera y manifiesto ambiental. Su mayor acierto reside en la elocuencia formal con que traduce un contenido intangible —la biodiversidad vegetal y su conservación— en una experiencia sensorial y simbólica de poderosa pregnancia. En un entorno como la Expo, habitualmente dominado por la espectacularidad tecnológica, Heatherwick Studio opta por el silencio, la lentitud y la reverencia: el alimento no aparece aquí como consumo inmediato, sino como reserva genética, como posibilidad de futuro. Esta elección sitúa el proyecto en un plano discursivo más complejo, donde el diseño actúa como vehículo para reflexionar sobre el origen invisible de nuestra alimentación y sobre la necesidad de proteger su diversidad.
El edificio rehúye lo narrativo en favor de una presencia física intensa. La envolvente táctil y luminosa evoca simultáneamente un diente de león, una cúpula planetaria o una criatura vegetal, despertando asociaciones múltiples en la mente del visitante. A pesar de su carácter temporal, su impacto se prolonga gracias a la redistribución de las varillas a instituciones educativas, cumpliendo una función pedagógica.