DESCRIPCIÓN: Las casetas de huertos de Frankfurt, conocidas como Kleingartenlauben, fueron diseñadas en 1927 en el marco del programa Neues Frankfurt impulsado por Ernst May. La arquitecta Margarete Schütte-Lihotzky, en colaboración con el paisajista Leberecht Migge, desarrolló estas construcciones para los huertos urbanos anexos a las viviendas colectivas de los nuevos barrios de Frankfurt, como Römerstadt, Lohrberg, Heddernheim y Buchlang. La iniciativa buscaba mejorar las condiciones de vida mediante el contacto con la naturaleza y la producción alimentaria doméstica.
Se definieron cuatro tipologías estandarizadas, de mayor a menor tamaño, adaptadas a diferentes necesidades y ubicaciones. El Tipo I, de mayores dimensiones (aproximadamente 4×3 metros), incorporaba un espacio multifuncional con sofá-cama, zona de comedor, estanterías, armario y una pequeña cocina con hornillo, además de una terraza exterior y áreas para herramientas y bicicletas. Los Tipos II, III y IV reducían progresivamente el equipamiento, reservando las funciones básicas de descanso y almacenaje, y eliminando la cocina en los modelos más pequeños.
Las casetas estaban construidas sobre cimentacion de hormigón, con estructura de madera y revestimientos de tablones solapados, pintadas de blanco y con ventanas. Su diseño compacto y racionalizado priorizaba la eficiencia espacial, la funcionalidad y la estandarización de la producción. Estas pequeñas edificaciones se integraban armoniosamente en los huertos familiares y formaban parte de una estrategia social que promovía el bienestar, la autosuficiencia alimentaria y un estilo de vida saludable para los habitantes de los barrios obreros de Frankfurt.
ANÁLISIS: Las casetas de huertos diseñadas por Margarete Schütte-Lihotzky en Frankfurt representan una síntesis ejemplar de arquitectura social, funcionalismo y planificación urbana moderna. Su relevancia trasciende la mera provisión de espacio agrícola: son un ejercicio de democratización del acceso a la naturaleza y a la autosuficiencia alimentaria para las clases trabajadoras.
La racionalización del diseño mediante tipologías prefabricadas buscaba no sólo eficiencia económica, sino también orden urbanístico y homogeneidad visual en los márgenes urbanos. Sin embargo, esta estandarización, si bien práctica, limitaba la posibilidad de expresión individual y de adaptación a necesidades particulares, una tensión característica del funcionalismo moderno.
Desde la perspectiva alimentaria, el proyecto adquiere un significado singular: las casetas no eran meros almacenes de herramientas, sino extensiones de la cocina doméstica. Especialmente en el Tipo I, la incorporación de zonas para cocinar y comer en el propio huerto establecía un vínculo directo entre la producción y el consumo de alimentos, reforzando hábitos saludables y prácticas autosuficientes. Se trataba de un modelo que conectaba alimentación, salud y espacio arquitectónico, prefigurando planteamientos contemporáneos sobre soberanía alimentaria y sostenibilidad.
En conjunto, las casetas de Frankfurt sintetizan un momento clave en la historia de la arquitectura europea, donde el diseño se pone al servicio de la vida cotidiana, integrando comida, espacio doméstico y entorno urbano.
BIBLIOGRAFÍA:
David Arredondo Garrido, “Margarete Schütte-Lihotzky, más allá de una cocina en Fráncfort”, en David Arredondo Garrido, Juan Calatrava y Marta Rodríguez Iturriaga, Comida y Arquitectura: Casa, Calle, Territorio (Granda: Editorial Unviersidad de Granada, 2025), pp. 431-444.
Grete Schütte-Lihotzky, Frankfurter Norm für Kleingartenbauten. MAK, documento PRNR 57/17.
Ernst May, “Organisation der Bautätigkeit der Stadt Frankfurt a. Main”, Der Baumeister 27, n.o 4 (1929): 116, 117, 118, láminas 33-38.