DESCRIPCIÓN: La Casa de Ofir, proyectada por Fernando Távora para el Dr. Fernando Ribeiro da Silva, se construyó como vivienda de vacaciones en un contexto de transición crítica dentro de la arquitectura portuguesa de mediados del siglo XX. Su implantación responde con naturalidad a la topografía dunar del litoral de la región de Minho, articulando la vivienda en forma de T y respetando la continuidad del terreno mediante plataformas aterrazadas.
Distribuida en tres zonas funcionales —estar, dormitorios y servicios—, la casa establece una clara jerarquía espacial en torno a un amplio espacio exterior definido por los volúmenes en L, que actúa como estancia adicional abierta al aire libre. La materialidad del conjunto conjuga el uso plástico del hormigón visto, influido por Le Corbusier, con soluciones locales como las cubiertas inclinadas, los muros encalados, la piedra y la madera.
Este delicado equilibrio entre lo moderno y lo vernáculo se refuerza con elementos como la chimenea exterior, las sombras proyectadas por las cubiertas o el tratamiento del agua como foco visual. Más allá de su distribución funcional, la casa manifiesta una comprensión profunda de la escala doméstica, la luz atlántica y el uso estacional, ofreciendo una arquitectura atenta a la cultura del lugar y al modo de vida veraniego.
ANÁLISIS: Representa un punto de inflexión en la obra de Fernando Távora y, por extensión, en la arquitectura portuguesa de posguerra. Frente a la dicotomía entre la arquitectura moderna internacional y un nacionalismo arquitectónico impuesto por el régimen, Távora propone una tercera vía: una arquitectura donde lo local y lo contemporáneo dialogan con inteligencia, sin subordinaciones ni gestos nostálgicos.
Su planta en T, aparentemente sencilla, es en realidad un mecanismo de calibración espacial que articula el acceso, organiza las funciones y, sobre todo, define un vacío central al aire libre —una suerte de sala exterior— donde convergen miradas, recorridos y usos. Es ahí donde la casa se abre al paisaje y a la vida compartida, en una actitud casi mediterránea pero reinterpretada desde el Atlántico. La pila de agua, los muros que enmarcan, la sombra oblicua de las cubiertas inclinadas: todo contribuye a una arquitectura del sosiego, del ritmo lento y de la domesticidad veraniega.
Si bien la cocina y los espacios de servicio permanecen discretos en la composición, su integración responde a una lógica de eficiencia y respeto climático, propios del saber popular. La alimentación, aunque no protagonista formal, queda alojada en un sistema arquitectónico que favorece los rituales cotidianos en comunidad: comer al aire libre, cocinar sin interrupción en el paisaje, apropiarse del patio como extensión del interior.
La casa no monumentaliza la tradición, sino que la depura, la transforma y la proyecta hacia el futuro. En tiempos donde la identidad arquitectónica parecía polarizada entre dogmas, Távora construyó una obra de síntesis y mesura. La Casa de Ofir es, así, una lección de pertinencia cultural, atención al lugar y compromiso con la vida común.
Iván Yllera Díaz de Bustamante,Veranear de nuevo: reinterpretación de la modernidad en algunas casas ibéricas de los 1950s (Tesis DoctoralUPM, 2016) https://doi.org/10.20868/UPM.thesis.42787.