DESCRIPCIÓN: Situado en el corazón del viñedo de Napanouk, al pie de las colinas del Valle de Napa, el edificio de las Bodegas Dominus surge como una intervención lineal que dialoga con la textura repetitiva del cultivo en espaldera. Concebido para el viticultor bordelés Christian Moueix, el edificio alberga las tres etapas principales del proceso vinícola: fermentación en tanques cromados, maduración en barricas de roble y almacenamiento y embotellado. Estas funciones se alojan secuencialmente en un prisma de 100 m de largo que atraviesa el eje del viñedo, articulado mediante dos zaguanes cubiertos que ventilan el programa y enmarcan el paisaje.
El clima extremo del lugar —con marcadas diferencias térmicas entre el día y la noche— condujo a Herzog & de Meuron a explorar estrategias pasivas de control climático. Así, envolvieron la estructura con gaviones de piedra volcánica local, generando una masa térmica que amortigua las oscilaciones. Esta “piel de piedra” presenta distintas densidades: más densa y cerrada en los espacios de bodega y más abierta en las zonas administrativas, filtrando la luz natural.
La sala de degustación mira hacia las barricas a través de un paño de vidrio. La edificación, alineada con los surcos del viñedo, desaparece entre las hileras de parras, fundiéndose en la lógica agraria del paisaje.
ANÁLISIS: Bodegas Dominus es un ejemplo paradigmático de cómo la arquitectura puede aliarse con el territorio para construir una experiencia sensible, productiva y climáticamente eficiente. Lejos de formalismos o gestos escultóricos, el proyecto parte de la lógica del lugar: su geometría, sus condiciones climáticas y su carga simbólica. El uso de gaviones —elemento típicamente infraestructural— como envolvente arquitectónica es una innovación notable que otorga al edificio tanto identidad tectónica como comportamiento térmico pasivo.
El edificio no solo cumple con rigor los requerimientos del proceso enológico, sino que lo celebra mediante una disposición secuencial que permite comprender espacialmente cada fase. Se ensarta transversalmente en el camino principal del viñedo y se divide en tres unidades funcionales: la sala de tanques, para la primera etapa de fermentación; la bodega de barricas, donde el vino madura en tinas de roble durante dos años; y la bodega, donde el vino se embotella, se envasa en cajas de madera y se almacena hasta su venta. Estas tres unidades funcionales se integran en un edificio lineal de unos 100 m de largo y 25 m de ancho, atendiendo a las necesidades del proceso productivo. Allí donde el edificio intercepta el camino se genera una zona de recepción pública en la que puede iniciarse el recorrido por los diversos espacios interiores. En la sala de catas, una cristalera permite observar todo el espacio de la bodega. El empleo del basalto local no solo asegura la integración cromática con el paisaje, sino que remite al origen volcánico del suelo, acentuando la dimensión geológica del terroir.
Este proyecto representa también una crítica implícita al exceso tecnológico de la climatización artificial, proponiendo una alternativa basada en la inercia térmica, la porosidad visual y la integración material. Las pruebas a escala real, primero en Basilea y luego en Napa, subrayan el compromiso de los arquitectos con el detalle constructivo como campo de experimentación.
En conjunto, Bodegas Dominus propone una arquitectura del silencio y del espesor, cuya belleza radica en su precisión, su contención y su diálogo profundo con el lugar. Una obra maestra de la arquitectura contemporánea del vino.