AUTOR/A: Juan Antonio Aguiló Villahermosa y Ángel Valdés Martínez
AÑO: 1965-1966
CATEGORÍA: Street
LOCALIZACIÓN: Valladolid
DESCRIPCIÓN: Proyectado por los arquitectos Juan Antonio Aguiló Villahermosa y Ángel Valdés Martínez, el Mercado Central de Abastos de Valladolid constituye un ejemplo emblemático de arquitectura brutalista aplicada a una infraestructura comercial. Concebido como único mercado mayorista de la ciudad en los años 60, el conjunto constaba originalmente de dos grandes naves para la venta de alimentos al por mayor —una con 48 puestos y otra con 24—, un bloque administrativo en fachada y un perímetro de almacenes que configuraban un amplio patio interior para carga y descarga.
El edificio se organiza bajo una estricta lógica modular, con una estructura de hormigón armado encofrado in situ que define cubierta, paramentos y soporte, reforzando su carácter unitario. Su lenguaje constructivo se enriquece con el uso de elementos prefabricados —bloques para testeros y celosías de iluminación— que otorgan plasticidad a sus fachadas. Esta combinación potencia la continuidad formal y material del conjunto, caracterizado por una intensa sensación táctil gracias a la rugosidad del hormigón.
La circulación interna se articula mediante un sistema en doble altura: a nivel de calle se efectúa la logística y carga de mercancías, mientras que en planta alta, pasarelas elevadas permiten observar y supervisar la actividad desde arriba, garantizando la separación funcional entre trabajadores y visitantes. El ritmo de los pliegues estructurales permite la entrada cenital de luz natural, generando una atmósfera productiva y monumental a la vez. En 1997 fue rehabilitado por Eduardo de la Peña y Antonio Lleyda como Centro Integrado de Equipamientos, hecho que ha permitido que continúe manteniendo su condición de centro neurálgico del barrio de San Isidro.
ANÁLISIS: El Mercado Central de Abastos de Valladolid encarna una visión rigurosa y funcional de la arquitectura moderna aplicada a la infraestructura pública. Su carácter brutalista se manifiesta en la expresividad de su materialidad y en la honestidad estructural con que se resuelve el programa. La estrategia modular no solo responde a un criterio de economía constructiva y eficiencia espacial, sino que consigue dotar al conjunto de un lenguaje propio, reconocible por su similitud con contenedores apilados y su potencia escultórica.
Uno de los mayores aciertos del proyecto reside en la coherencia entre forma, uso y construcción, así como en su capacidad de anticiparse a las necesidades logísticas del comercio de alimentos. La doble circulación, la iluminación cenital y la versatilidad de los componentes prefabricados son gestos de una arquitectura pensada desde la ingeniería, pero también desde la percepción del espacio y el confort operativo.
A pesar de su valor tipológico y urbano, el abandono progresivo del mercado evidenció las dificultades de adaptación de este tipo de equipamientos ante los cambios de escala en la distribución alimentaria. La rehabilitación de 1997 permitió una segunda vida al edificio y su reactivación como nodo cívico del barrio, aunque a costa de la eliminación del bloque de oficinas y del sistema de almacenes que cerraban el conjunto original.
Iván Rincón Borrego, “El ordenado brutalismo del Mercado Central de Abastos de Valladolid”, en Daniel Villalobos Alonso, Sara Pérez Barreiro, Iván Rincón Borrego y Eusebio Alonso García (eds.), do.co,mo.mo_Valladolid. Registro DOCOMOMO Ibérico, 1925-1975. Industria, viviendas y equipamientos. Valladolid: Fundación DOCOMOMO Ibérico, 2018, pp. 249-259. link
Iván Rincón Borrego, “Mercado central de abastos”, en Doce edificios de arquitectura moderna en Valladolid. Valladolid: Universidad de Valladolid, 2006, pp. 121-131.