DESCRIPCIÓN: La Cocina de Frankfurt fue diseñada por la arquitecta austriaca Margarete (Grete) Schütte-Lihotzky en 1926, dentro del programa de viviendas sociales “Neue Frankfurt”, liderado por Ernst May en la ciudad alemana de Frankfurt. Esta cocina se concibió como un espacio altamente funcional destinado a racionalizar el trabajo doméstico, aplicando principios de eficiencia industrial al entorno doméstico. El diseño introducía innovaciones inspiradas en el modelo de taller o laboratorio, con zonas especializadas para cada tarea culinaria, reduciendo al mínimo los desplazamientos dentro del espacio.
La cocina estándar, el tipo 1, medía 3,4 x 1,9 metros, con 6,5 m² de superficie. Estaba equipada con muebles específicos fabricados con materiales industriales poco habituales en viviendas de la época: encimeras de madera, suelos cerámicos oscuros, alicatado de cerámica color caramelo para favorecer la iluminación, elementos metálicos de aluminio fabricados por la empresa Harrer, y armarios de madera pintados en azul para repeler insectos.
Los modelos tipo 2 y 3 ofrecían ligeras variaciones de tamaño y equipamiento según la superficie disponible. En total, se instalaron alrededor de 10.000 cocinas en barrios como Römerstadt o Praunheim.
Con iluminación natural y ventilación mediante una ventana, la cocina quedaba aislada mediante puertas correderas, manteniendo limpieza y eficiencia como valores prioritarios. Aunque solucionaba problemas funcionales, esta cocina provocaba una clara separación entre el ámbito de preparación de alimentos y el espacio de convivencia familiar.
ANÁLISIS:
La Cocina de Frankfurt es considerada un hito en la historia del diseño doméstico por trasladar a la vivienda principios racionalistas y tayloristas empleados hasta entonces en la industria. Grete Lihotzky diseñó un espacio optimizado para maximizar la eficiencia y minimizar el esfuerzo doméstico, ofreciendo un enfoque funcionalista alineado con la modernidad de la época. Sin embargo, el proyecto refleja también las limitaciones de una visión excesivamente productivista del espacio doméstico, con escaso margen para aspectos sociales o emocionales de la vida cotidiana.
Desde el punto de vista de la alimentación, la Cocina de Frankfurt plantea una reflexión clave: convierte la cocina en un espacio técnico, de producción más que de convivencia. El diseño fragmentó el proceso alimentario: se preparaba comida en una cocina aislada, mientras que comer pasaba a realizarse en otro ambiente. Esto reforzaba la imagen de la cocina como un lugar de trabajo para la mujer, perpetuando cierto aislamiento dentro del hogar.
Si bien Lihotzky promovía modernización y liberación mediante eficiencia, no contempló la cocina como espacio social o cultural donde la alimentación sirve como acto de reunión y comunicación familiar. Posteriores revisiones de la arquitecta trataron de superar esta limitación, diseñando cocinas integradas al salón, como en el proyecto para “Heim und Technik” (1928), donde la cocina podía ocultarse tras puertas abatibles.
La Cocina de Frankfurt representa un avance técnico indudable, pero también evidencia los riesgos de concebir la comida como una mera función, desprovista de su rol integrador en la arquitectura del hogar.
BIBLIOGRAFÍA:
David Arredondo Garrido, “The modern kitchen as a social, economic and technological tool: The efficient kitchen, the integrated kitchen and the disappearing kitchen”, en David Arredondo Garrido, Juan Calatrava y Marta Sequeira (eds.), Eating, Building, Dwelling (Abingdon: Routledge, 2024), https://doi.org/10.4324/9781003494072.
Anna Giannetti, Storia della cucina: Architettura e pratiche sociali (Milan: Jouvence, 2019)
Margarete Schütte-Lihotzky, “Rationalisierung im Haushalt”, Das neue Frankfurt 5 (1926): 120-123
Margarete Schütte-Lihotzky, P. Noever, R. Allmayer-Beck, Margarete Schütte-Lihotzky: Soziale Architektur: Zeitzeugin eines Jahrhunderts (Vienna: Böhlau, 1996).