DESCRIPCIÓN: La Casa Ugalde se sitúa sobre una ladera escarpada en la costa del Maresme, donde José Antonio Coderch proyectó una vivienda que, más que imponerse, se acomoda al terreno. El encargo, profundamente personalizado, respondía al deseo del propietario de contemplar desde un solo lugar las vistas al mar, al puerto de Arenys y a las montañas del interior. La planta adopta una disposición radial irregular, con muros que giran según los ángulos visuales definidos previamente in situ, y se articula a través de una gran sala de estar central que conecta con terrazas, dormitorios y un pabellón de invitados.
La arquitectura evita alterar el terreno, respetando árboles preexistentes y estableciendo niveles escalonados mediante muros de contención que definen plataformas habitables. Los volúmenes blancos, las cubiertas transitables de pavimento cerámico y los patios sombreados entre pinos refuerzan su carácter vernáculo. Un largo muro guía la llegada desde la calle, ocultando el paisaje hasta revelarlo gradualmente. La riqueza espacial se despliega en secciones complejas, donde la luz y las visuales marcan la experiencia doméstica. Concebida con materiales locales y técnicas tradicionales, combinadas con soluciones constructivas modernas, la casa anticipa una crítica a la ortodoxia moderna y plantea una arquitectura íntima, vinculada al lugar y a los gestos cotidianos del habitar.
ANÁLISIS: Obra clave en la trayectoria de José Antonio Coderch y, por extensión, en la evolución de la arquitectura mediterránea del siglo XX. Si bien responde a la modernidad desde el racionalismo funcional, su singularidad reside en una profunda fidelidad al lugar y a la vida real de sus habitantes. Frente a la rigidez moderna, la planta se pliega con libertad, moldeada por el paisaje, las visuales deseadas y la vegetación existente. En ese sentido, no es una casa “moderna” al uso, sino una arquitectura de precisión topográfica y afectiva.
El recorrido arquitectónico está pensado como una coreografía de revelaciones. El muro de acceso niega las vistas para luego revelarlas de forma controlada. La organización en torno al estar central convierte ese espacio en un umbral entre lo construido y el paisaje. Coderch no diseña tanto un objeto como una manera de mirar y estar: se apropia del exterior sin dominarlo, crea relaciones suaves entre interior y exterior, y permite que el cuerpo habite la pendiente como quien recorre un claro entre pinos.
Aunque la cocina queda desplazada en el conjunto y oculta en la zona de servicios, su posición y tratamiento no dejan de responder a la lógica general: recogida, fresca, orientada al norte, ventilada desde un patio propio. El acto de cocinar se mantiene vinculado a una domesticidad íntima, lejos del espectáculo, pero esencial en la vida estacional de la casa. En este marco, la alimentación se inscribe en un proyecto que privilegia lo esencial, lo sensorial y lo lento. La Casa Ugalde es, así, una arquitectura de la medida y del sosiego, en la que cada gesto espacial es una forma de cuidado.
BIBLIOGRAFÍA:
Rafael Díez Barreñada, Coderch: variaciones sobre una casa (Madrid: Fundación Caja de arquitectos, 2004).
Antonio Pizza y Josep M. Rovira, En busca del hogar Coderch, 1940-1964 (Barcelona: Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, 2000).